Llega el invierno. Época de turrones, polvorones y demás enemigos de tu dieta. Para rebajar o, al menos, compensar el aporte calórico aparejado a este tipo de alimentos, os proponemos una lista de frutas de invierno que os ayudarán a mantener vuestra dieta y salud en óptimas condiciones.
Se trata de una de las frutas más queridas en cualquier desayuno. La temporada de naranjas da comienzo en octubre, pero es en invierno cuando llega su época óptima para el consumo.
Las naranjas pertenecen a la familia de los cítricos. Su origen lo encontramos en el Sudeste asiático, pero su cultivo puede darse en aquellas zonas que gocen de un clima cálido, como el levante español, Grecia, Italia o Marruecos.
Son famosas por su alto contenido en vitamina C y sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, gracias a los flavonoides. Posee bajos índices glucémicos, lo que las convierte en aliadas para la prevención de enfermedades como la diabetes. Además, su alto contenido en fibra nos ayudará a mantenernos saciados por más tiempo. Su consumo nos ayudará a reducir la absorción de grasa, reducir el colesterol y mantener unos buenos niveles de tensión arterial.
¿Y qué decir de su sabor? Dulce, intenso y fresco, por lo que no sólo se recomienda tomarla en su versión más extendida, como son los zumos, si no que su inclusión en ensaladas os sorprenderá.
Continuamos en la familia de los cítricos, esta vez, de la mano del limón. Podemos encontrar limones durante todo el año, pero es en invierno, concretamente entre los meses de noviembre y hasta mayo, cuando disfrutaremos de todo su sabor y frescura.
Los limones poseen numerosas propiedades beneficiosas para nuestra salud. Como buen cítrico, el limón es fuente de vitamina C y B, además de contener altos niveles de minerales como el potasio, el calcio y el magnesio. Por ello, nuestros huesos agradecen enormemente su consumo, pues crecerán fuertes y robustos.
Pese a la acidez de su sabor, lo cierto es que el limón favorece los procesos digestivos, ya sea utilizado solo o bien diluido en agua. Consumido en invierno, el limón nos ayudará a prevenir los resfriados gracias a la presencia antes mencionada de la vitamina C, que favorece las defensas de nuestro organismo.
Este alimento tiene un aporte calórico mínimo y nos ayuda a metabolizar la grasa corporal, previniendo así el temido sobrepeso.
Dadas las múltiples variedades de esta fruta, podemos encontrarlas en cualquier época del año. Sin embargo, las peras propias de la temporada de invierno se conservan mucho mejor que aquellas que son cultivadas en verano.
Su versatilidad en la cocina es solo una de sus virtudes, pues la pera es también una fruta con innumerables beneficios. Posee vitaminas A, E, C y B, haciendo de la pera un potente antiinflamatorio y antioxidante. Entre estos últimos, la presencia de la procianidina reducirá el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Disminuye los niveles del colesterol malo y aumenta los niveles del colesterol bueno. En su piel encontramos uno de los antioxidantes más poderosos: la quercitina, la cual ayuda a disminuir la presión sanguínea.
Tienen una alta cantidad de agua (en torno al 80%) y fibra, por lo que no solo nos saciará si no que también nos ayudará a perder peso.
El kiwi es uno de los productos más importados. Y no es para menos. Su sabor, que es una perfecta combinación entre lo dulce y ligeros toques ácidos, junto a sus múltiples propiedades nutritivas, convierten al kiwi en una de las frutas top.
Si las naranjas son famosas por su alto contenido en vitamina C, os adelantamos que el kiwi posee, nada más y nada menos, el doble que este cítrico. Su alto contenido en fibra, ayuda a prevenir el estreñimiento y favorecer el funcionamiento de nuestro sistema digestivo.
Se trata de una de las frutas más aconsejadas para aquellas personas que sufran de diabetes, pues se ha demostrado que su consumo diario reduce los niveles de azúcar en sangre. El kiwi también se recomienda para mujeres embarazadas por su alto contenido en ácido fólico, componente esencial para el correcto desarrollo del feto.
Consumido durante los meses de invierno, el kiwi elevará nuestras defensas, protegiéndonos ante resfriados. Sus nutrientes ayudan en la producción de glóbulos rojos y blancos, así como anticuerpos que crearán toda una barrera defensiva ante el ataque de los virus.
Las mandarinas son una de las frutas preferidas por los más pequeños. Su sabor dulce, su aroma y lo fácil que resulta consumirlas, como si fueran un snack, la convierten en la fruta estrella en cualquier hogar.
Su mejor época de consumo es de noviembre a marzo, por lo que son los meses de invierno los más indicados para disfrutar de estas nutritivas frutas. Pese a sus similitudes con la naranja, tanto en apariencia como en beneficios (ambas son muy indicadas para mantener a raya los procesos gripales y catarrales) existen diferencias.
Las mandarinas son ricas en vitamina A, lo que contribuye al buen mantenimiento de nuestra piel y mucosas. Favorecen la producción de colágeno, una proteína que también nos ayudará a lucir un cabello sano y brillante.
Su gran cantidad de minerales y vitaminas hacen de la mandarina una de las frutas más indicadas para consumir tras el ejercicio físico. Su alto contenido en agua ayuda a reponer líquidos, ejerciendo, además, un efecto diurético que favorece el buen estado de las vías urinarias.
Esta fruta de invierno es originaria del Perú y del norte de Ecuador. Su sabor dulce y su bocado exquisito ha hecho de la chirimoya una de las frutas más queridas. Es por ello que, para disfrutar de todo su sabor, habremos de consumirla en temporada.
La chirimoya contiene una gran proporción de vitaminas del grupo B, como la B6, B1, y B2. También es rica en vitamina C y en minerales como el calcio, el hierro y el potasio, el cual contribuye a mejorar nuestra salud cardíaca.
Si tenemos el colesterol alto, la chirimoya nos ayudará a reducir los niveles de este lípido. Entre otras enfermedades que podremos combatir con su consumo, se encuentra el cáncer así como otro tipo de enfermedades neurodegenerativas.
Al igual que el kiwi, la chirimoya ayudará durante el embarazo al desarrollo cerebral, nervioso e inmunitario del feto.
Considerada una de las mejores frutas – sino la mejor – del invierno. Como en la mayoría de casos, podemos disfrutar de la manzana en cualquier época del año pero, si queremos beneficiarnos de todo su sabor y propiedades, os aconsejamos su consumo en los meses de invierno.
Entre sus principales virtudes nutricionales se encuentra su acción reguladora del intestino, pues contiene alto contenido de fibra soluble. Para proteger la mucosa intestinal, se recomienda comerlas sin pelar, pues es en su piel donde se encuentra la pectina, una fibra natural. La pectina también nos ayuda a eliminar toxinas, ejerciendo, así, un efecto drenante.
El consumo diario de manzanas favorece el buen funcionamiento de nuestra salud cardiovascular, pues disminuye las cantidades de colesterol malo en sangre. Es por ello muy recomendada para mujeres posmenopáusicas.
Entre sus particularidades, destacar sus propiedades tranquilizantes. Se ha demostrado que el olor de la manzana está relacionado con la sensación de tranquilidad. Es por ello que el aceite esencial de manzana es usado en aromaterapia.
La época de recolección del membrillo comienza en septiembre, disfrutando de su intenso olor y su dulzor en invierno.
Se trata de uno de los aperitivos o meriendas ideales, pues contiene numerosos nutrientes que favorecen nuestra salud. Además, posee unos niveles bajos de azúcar, lo que se traduce en un aporte calórico mínimo.
Su consumo favorece la digestión y tiene múltiples beneficios a nivel intestinal. Los taninos presentes en el membrillo poseen propiedades astringentes y antiinflamatorias, por lo que es altamente recomendado ante procesos diarreicos. Además, el pigmento vegetal responsable del sabor de esta fruta contiene ácido málico, un ácido natural que nos ayudará a eliminar el temido ácido úrico.
Su elevado contenido en minerales como el potasio, ayuda a disminuir los índices de hipertensión arterial o cualquier afección de los vasos sanguíneos.
De origen tropical, la piña es consumida en el hemisferio norte durante los meses de invierno. Sus pocas calorías, su gran contenido en agua y sus altos niveles vitamínicos hacen de la piña una fruta imprescindible en nuestra lista.
Estamos ante un diurético natural que nos ayudará a eliminar líquidos y toxinas de nuestro organismo. Esta fruta es incluida en numerosas dietas, ya que nos ayuda a adelgazar.
Contiene bromelina, una enzima que aumenta la producción de jugos gástricos y tiene efecto anticelulítico. Entre otros de sus beneficios a nivel digestivo, la piña inhibe la producción de microorganismos intestinales por lo que es recomendada en tratamientos contra los parásitos.
Durante la menstruación, o para aquellas personas que sufran anemia, la piña favorece la absorción de hierro en sangre. Además, es antinflamatoria, por lo que también nos ayudará frente a los dolores menstruales.
Cada vez más frecuente en los desayunos, el aguacate se está convirtiendo en uno de los alimentos preferidos de todo el mundo. En invierno, se recomienda el consumo del aguacate cultivado en España.
Aunque hay quiénes lo destierran por su alto contenido calórico, lo cierto es que la grasa del aguacate es de tipo monoinsaturada, esto es, una de las grasas más saludables, como las presentes en el aceite de oliva. Como alimento graso, el aguacate posee altas cantidades de vitamina E, lo que protege la membrana de las células y su núcleo. Su consumo ayuda a prevenir enfermedades degenerativas como el cáncer.
Sus ácidos grasos y la presencia de minerales como el magnesio, hacen del aguacate una excelente fruta reguladora del sistema nervioso, contribuyendo a relajarlo. Así, tras el ejercicio físico, el aguacate nos ayudará a rebajar el estrés físico y mental.
Además, el aguacate es rico en carotenoide luteína, un tipo de pigmento orgánico que favorece nuestra visión y nos ayudará a prevenir el riesgo de desarrollar cataratas.
A continuación, os dejamos una lista con el top 10 de frutas de invierno en España.
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