La temporada de invierno trae consigo una amplia variedad de verduras sabrosas, ricas en nutrientes e indispensables en cualquier plato para gozar de una dieta equilibrada. Como sabemos, para disfrutar de todo el sabor y frescura, tanto de las verduras como de las frutas, lo recomendado es consumirlas en temporada.
A continuación, os presentamos 10 verduras de invierno y os desvelamos sus características y beneficios para la salud.
La cosecha de la alcachofa comienza en noviembre y se extiende hasta el mes de abril, aunque son los meses que transcurren entre diciembre y marzo los más indicados para su recolección.
La alcachofa es muy apreciada, principalmente, por el amplio juego que nos brinda en la cocina. Si eso no fuera suficiente para consumirla, os contamos sus grandes beneficios: esta hortaliza posee menos de 1% de grasa y muy poca cantidad de hidratos. Su aporte calórico es, por tanto, mínimo. Es, además, rica en fibra, por lo que nos ayudará a combatir el estreñimiento. En cuanto a sus vitaminas, la alcachofa es rica en vitamina B1, vitamina C y niacina. Si hablamos de minerales, destacamos la presencia de fósforo, hierro, potasio, magnesio y calcio.
La alcachofa posee, además propiedades diuréticas, ayudándonos a eliminar líquidos y toxinas al tiempo que depuraremos el hígado. Para finalizar, destacar que la alcachofa es muy recomendada para tratar y prevenir el colesterol y la hipertensión.
La temporada de la calabaza engloba los meses de septiembre a marzo. Su carne puede cocinarse de múltiples formas, por lo que su uso en la cocina es prácticamente ilimitado. Incluso sus hojas y flores pueden ser consumidas como verduras.
Con la bajada de las temperaturas es necesario que protejamos nuestro sistema inmunitario. La calabaza nos ayudará en esta tarea, ya que previene las gripes y los catarros. Además, esta verdura es muy rica en vitaminas, entre las que se encuentran potentes antioxidantes como la vitamina C y la vitamina E.
Su consumo es bueno para el corazón, pues el potasio que contiene contribuye a prevenir la hipertensión. Entre sus particularidades destaca sus beneficios para la salud de las mujeres en edad fértil. Se ha demostrado que el consumo de calabazas, por su contenido en hierro, favorece la fertilidad.
La mejor época para disfrutar de este ejemplar de la familia de las coles es el frío invierno.
Estamos ante uno de los vegetales más nutritivos que podemos encontrar. De hecho, el consumo de 200 gramos de brócoli aporta casi el cuádruple de ingesta de vitamina C necesaria en adultos. Esos mismos 200 gramos, también nos aportarán las cantidades recomendadas de ácido fólico y dos terceras partes de la vitamina A.
Además de esta última vitamina, el brócoli también posee las de tipo B1, B2 y B6. Entre sus minerales encontramos: el calcio, que contribuye al correcto desarrollo de nuestra masa ósea; el hierro, que convierte al brócoli en uno de los vegetales más recomendados para combatir la anemia; yodo, indispensable para un buen funcionamiento de las tiroides y fósforo, que contribuye al crecimiento, mantenimiento y reparación del daño de las células. En este sentido, el brócoli es considerado un protector frente al cáncer.
Uno de los condimentos esenciales para cualquier plato. Las bajas temperaturas que acompañan a los meses de invierno hacen de esta época la mejor para su recolección y disfrute de su sabor.
Si bien es cierto que, la mejor manera de beneficiarse de todas las propiedades de esta especie, es consumiéndola cruda, su sabor intenso y persistente puede ser un impedimento para muchos. Si igualmente os animáis, podéis cortar el ajo en láminas o machacarlo y rociarlo con un poco de aceite de oliva.
Varios estudios han demostrado que el ajo contiene más de 2000 componentes activos que contribuyen a un desarrollo correcto y sano de nuestro organismo. Entre sus componentes destacan: gran variedad de vitaminas, especialmente del grupo B y C; minerales como el magnesio, potasio o fósforo; presencia de quercitina, un pigmento natural que nos ayuda a combatir los procesos gripales, bacterianos, así como a reducir las inflamaciones.
Para finalizar, os contamos que el ajo tiene un gran poder antifúngico, es decir, evitará la aparición de hongos en nuestro organismo.
Si bien estamos ante un vegetal que podemos encontrar a lo largo de todo el año, las variedades de las cebollas de invierno tienen su temporada de siembra en los meses de otoño.
Las cebollas, emparentadas con los ajos, comparten muchas de sus propiedades. Entre ellas, destacamos las propiedades medicinales de la cebolla, bien conocidas desde tiempos muy remotos. De hecho, para los egipcios, la cebolla era un bien muy preciado, y era consumida para tratar algunas enfermedades.
Su gran cantidad de agua hace de ella una verdura muy ligera y libre de grasas. Además, es diurética y puede ayudarnos ante problemas de hipertensión, cansancio o fatiga.
Al igual que el ajo, presenta quercitina, un fuerte antioxidante con propiedades antiinflamatorias y protectoras frente al cáncer. Este último dato ha sido demostrado por numerosos estudios que afirman que su consumo regular está asociado a un riesgo de un 40% menor de sufrir cáncer de estómago.
Al igual que la cebolla, la coliflor ya era conocida en la Antigüedad. Pertenece a la misma familia del brócoli y las coles de Bruselas. La temporada óptima de la coliflor es de septiembre a enero, aunque podemos encontrarla durante todo el año.
Es considerada una verdura curativa, que ayuda a prevenir ciertas enfermedades del corazón, derrames cerebrales y cáncer. Esto es debido a la presencia de antioxidantes, que nos ayudan a limpiar nuestro organismo y destruyen la presencia de radicales libres, causantes de los signos prematuros de envejecimiento.
Su alto contenido en fibra contribuye a prevenir y mejorar el estreñimiento. Además, contiene un compuesto, llamado glucoraphin, que protege el estómago y los intestinos.
Por otro lado, su alto contenido en ácido fólico convierte a la coliflor en una aliada para las mujeres embarazadas, pues favorece la producción de los glóbulos rojos y blancos, creando una barrera de anticuerpos para el sistema inmunológico.
Las acelgas tienen dos temporadas de cultivo. Una de ellas coincide con los meses de inverno, cuando podemos disfrutar de ella en platos como arroces melosos, ricos salteados o potajes.
Puede que a priori sea una verdura que no nos llame mucho la atención. Sin embargo, sus propiedades y beneficios la han convertido en uno de los vegetales medicinales por excelencia.
Su cantidad de hierro es incluso superior al que contiene la espinaca. Otros minerales presentes en ella son el potasio, magnesio, calcio, sodio, cobre y fósforo. El potasio ayudará a mantener nuestra presión arterial a niveles equilibrados. Por su parte, el magnesio y el calcio favorecen el sistema cardiovascular y mantendrán nuestros vasos sanguíneos en perfecto estado.
Entre sus vitaminas, encontramos la vitamina K, la cual es esencial en los procesos de coagulación sanguínea que impedirán hemorragias o aparición de hematomas. Por otro lado, la presencia de vitamina C otorga propiedades antioxidantes a esta verdura tan saludable.
Las bajas temperaturas contribuyen a un mayor dulzor en el sabor de esta hortaliza.
Su color nos advierte de la presencia de un pigmento llamado betacaroteno, una provitamina A que aporta multitud de antioxidantes a nuestro organismo cuando la consumimos. Además, los betacarotenos son los responsables de la fama que siempre ha acompañado a las zanahorias, la cual afirma que son buenas para la vista. Así es, esta vitamina protege nuestra retina y evita la aparición de cataratas. Entre otras vitaminas presentes en la zanahoria también encontramos las de tipo B, C y E.
Su alto contenido en fibra, ayuda a combatir el estreñimiento y el dolor de estómago producido por digestiones pesadas. Las zanahorias calmarán las molestias que puedan aparecer y reducirán el exceso de acidez.
Entre sus minerales se encuentran el potasio y el fósforo, que combaten el cansancio y ayudan a rebajar los niveles de estrés.
Entre los meses de octubre y marzo asistimos a la mejor temporada para saborear los boniatos.
El boniato, batata o camote, como también se conoce, está compuesto por un 70% de agua. Posee unos índices más altos de hidratos de carbono y azúcares que la patata, por ello también recibe el nombre de “patata dulce”.
¿Recordáis los betacarotenos? Pues también están presentes en los boniatos, otorgándole características antioxidantes. Entre sus vitaminas, la mayoría son de tipo B y C, y entre sus minerales nos encontramos con el calcio, manganeso y potasio. Además, el boniato es rico en fibra, por lo que nos ayudará en los procesos digestivos y combatirá o mejorará el estreñimiento.
Posee muy pocas calorías, por lo que se recomienda en cualquier tipo de dieta, incluso en las destinadas a adelgazar. También se recomienda para aquellas personas que sufran de diabetes, aunque consumiéndola de forma moderada.
Entre los meses de noviembre y marzo, se encuentra la plena temporada de esta raíz de invierno.
La chirivía cuenta con una larga tradición en la cocina. Era – y sigue siendo – muy utilizada en guisos, sopas, potajes o purés. ¿La razón? Su sabor ligero y equilibrado que hacen que la chirivía combine muy bien en cualquier receta.
Tiene numerosas propiedades nutricionales, aportándonos vitaminas del grupo B, C, E y K. Las primeras favorecerán el correcto funcionamiento de nuestro sistema nervioso, especialmente durante los meses de embarazo y lactancia. Por su parte, las vitaminas del grupo C nos ayudarán a combatir resfriados y catarros tan habituales en esta época.
La presencia del fósforo favorece el crecimiento de nuestros huesos y dientes. El magnesio presente en esta hortaliza, hará que nuestro sistema digestivo funcione correctamente.
Entre sus múltiples beneficios, actualmente se estudia el efecto que, ciertas sustancias presentes en la chirivía, tienen como agentes aniquiladores de células cancerígenas de la leucemia y del cáncer de pecho.
Además de las verduras mencionadas anteriormente, os dejamos un listado con las verduras propias de la temporada de invierno en España.
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